Abu ‘Abd Allāh (Granada 1452- Fez, 1528), llamado por lo cristianos Boabdil y El Zogoby (El desdichado) por los musulmanes, fue el último rey de Granada con el nombre de Muhammad XI. Nació en la Alhambra y era hijo del rey Muley Hacén y de la sultana Aixa.
En 1482, en Guadix, se sublevó contra su padre y lo destronó con la ayuda de la familia de los Abencerrajes y de la madre. Sin embargo, al año siguiente cayó prisionero de los Reyes Católicos durante su ataque a Lucena, situación que aprovechó Muley Hacén para recuperar el trono granadino, apoyado por su hermano, el señor de Málaga.
Para fomentar la discordia entre los musulmanes, Fernando II de Aragón le devolvió la libertad a cambio de hacerse vasallo del Reino de Castilla y entregar los territorios del reino que estaban en posesión de su padre Muley-Hacén.
En 1487, después de la muerte de su padre, tomó la Alhambra y se convirtió en el único señor de Granada.
En 1491, los cristianos pusieron sitio a Granada y bloquearon su vía de comunicación por el río Genil al construir la fortaleza de Santa Fe. Sin ayuda del norte de África, el emir de Granada se vio obligado a firmar los acuerdos de capitulación de Santa Fe y en 1492 entregó la ciudad a los Reyes Católicos.
Una vez que Boabdil abandonó la ciudad junto a su madre se retiró a un señorío suministrado por los Reyes Católicos en la sierra de las Alpujarras. Según una leyenda, al salir de Granada, volvió su cabeza para ver su ciudad para la última vez y empezó a llorar y su madre le dijo:<< Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre.>>
en el año 1493 se trasladó a Fez, donde años después encontró la muerte luchando contra los jarifíes en la batalla librada en el Vado de Bacuna.
No se trató de un monarca excepcional y su reinado estuvo envuelto en las luchas internas que acabaron de fragmentar definitivamente el reino independiente de Granada.
Sin embargo, para consolidar su monarquía tomó una decisión extrema que ha sido inmortalizada por pintores y escritores: la matanza de los Abencerrajes. Según la leyenda, fueron emboscados y asesinados en el Patio de los Leones, conocido hoy en día como el Patio de los Abencerrajes.